Ni un asalto aguantó. Barcelona ha quedado este lunes eliminada en la primera ronda de votación para elegir la nueva sede de la lucrativa Agencia Europea del Medicamento, que abandonará Londres en 2019 como consecuencia de la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
La capital catalana se quedó en la primera ronda sin opciones para la más preciada Agencia de la Unión Europea, que fue a parar a Ámsterdam, tras tres rondas de votaciones y un sorteo entre los dos finalistas, que dejó fuera a Milán.
Barcelona pierde así la oportunidad de albergar un organismo comunitario que cuenta con una plantilla de más de 900 funcionarios, gran parte de ellos de alto nivel, y que recibe cada año la visita de más de 36.000 expertos del sector farmacéutico o legal del mundo y genera una ocupación hotelera de 30.000 pernoctaciones al año, con picos diarios de 350 habitaciones.
La repercusión económica de una Agencia de esa magnitud es multimillonaria. Una Agencia de tamaño similar, la de Propiedad Intelectual, con sede en Alicante, supone una aportación al producto interior bruto de la región de más de 200 millones de euros al año y más de 3.000 puestos de trabajos entre la Agencia y los agentes vinculados a ella, según un informe de la Cámara de Comercio de Alicante.
En el caso de la EMA, la repercusión potencial es mucho mayor porque su actividad resulta imprescindible para las multinacionales farmacéuticas de casi todo el mundo, que necesitan someter a la evaluación de ese organismo los medicamentos (para humanos y animales) que deseen colocar en todo el mercado europeo.
La patronal española (CEOE) lamentó la derrota y aseguró que los esfuerzos de las administraciones “no han podido contrarrestar los efectos negativos que ha supuesto la inseguridad jurídica y las decisiones al margen de la Constitución que tomó el Gobierno catalán antes de su destitución”.
Para Idealista, el principal portal inmobiliario de España, la pérdida de la sede “es un desastre sin paliativos, un palo que se notará a medio y largo plazo”.
La pérdida de tan jugoso negocio desató de inmediato un fuego cruzado de reproches entre las administraciones involucradas en la frustrada candidatura.
La ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, que encabezó la delegación española presente en la votación en Bruselas, achacó a la inestabilidad política generada por el procés de independentista gran parte de la responsabilidad en el fracaso.
“Me atrevo a decir que este es uno de los daños directos que nos ha causado el independentismo en Cataluña”, señaló Montserrat tras una primera votación que relegó a Barcelona al cuarto puesto, con 13 votos, por detrás de Milán (25 votos), Ámsterdam y Copenhague (20 votos cada una) y Bratislava (15 votos).
También desde Bruselas, pero en este caso como fugado de la justicia española, el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, aseguró que “Barcelona era la candidata favorita hasta el 1 de octubre”. Y añadió que la violencia policial de aquella jornada del referéndum ilegal, y la posterior aplicación del artículo 155 para destituir al govern “han sentenciado” las aspiraciones de Barcelona a la EMA.
Al margen de la diatriba nacional, en Bruselas casi nadie duda de que el conflicto político en Cataluña ha sido el gran lastre que acabó de hundir las posibilidades de la capital catalana.
La candidatura de Barcelona figuraba entre las mejor valoradas por la propia Agencia Europea del Medicamento, que había insistido en la necesidad de elegir una ciudad capaz de garantizar la viabilidad del organismo (por su conectividad e infraestructura) y de retener un personal altamente especializado. La ciudad condal, según la evaluación de la EMA, colmaba esas exigencias en un nivel comparable o incluso mejor que la ganadora, Ámsterdam, y que las otras finalistas (Copenhague y Milán).
Pero España no ha logrado forjar un frente común solido entre las administraciones involucradas (gobierno central, Generalitat y ayuntamiento) para defender sin fisuras el traslado de la Agencia a la emblemática Torre Glóries.
La apariencia de unidad se mantuvo antes del verano. Pero se resquebrajó definitivamente en septiembre, en la recta final hacia el 1-O. La tensión entre las administraciones obligó a retrasar la presentación pública de la candidatura en Bruselas hasta el 22 de octubre, un acto marcado por la tensión entre la ministra de Sanidad y el entonces consejero de Sanidad y hoy fugado, Antoni Comín.
El resto de delegaciones, según fuentes comunitarias, no ha dudado en utilizar el argumento de la inestabilidad política para socavar una candidatura tan atractiva como la de Barcelona. Nunca se sabrá si el procés mató la candidatura, pero parece claro que ha sido su puntilla.
Fuente: Cinco Días