Cuando a finales de febrero y principios de marzo el Ministerio de Sanidad pidió a los Consejos Generales de Médicos y de Enfermería que instaran a sus representados a cancelar la asistencia a actos, eventos y congresos científicos debido a la peligrosidad del coronavirus que ya circulaba por España, pocos podían pensar que la decisión iba a dejar prácticamente tocada de muerte tiempo después una de las actividades esenciales que se desarrollaban de forma cotidiana en los centros sanitarios del país: la llamada visita médica.
Después del aviso del departamento de Salvador Illa a las corporaciones profesionales las infecciones llegaron y se multiplicaron durante el tercer y el cuarto mes del año. En algunas comunidades los centros de salud quedaron bloqueados y los hospitales colapsaron, cerrándose a cal y canto no sólo para pacientes con otras patologías diferentes del Covid-19 y para familiares y acompañantes, sino también para los delegados de laboratorios farmacéuticos y de otras empresas que, hasta esos momentos, informaban prácticamente a diario a los especialistas de las novedades terapéuticas, los efectos de sus productos y las indicaciones en las que son más efectivos. Una actividad comercial, pero también formativa, que ha venido llenando durante años el vacío dejado por la Administración: a falta de cursos oficiales sobre muchas de las terapias prescritas a los enfermos, ha sido la industria el que ha procurado esa información a los trabajadores del sistema.
Hoy, cinco meses después del estallido de la pandemia, la visita médica sigue prácticamente suspendida y alrededor de 20.000 trabajadores especializados que se dedican a ella corren serio riesgo de acabar en el paro. De ellos, unos 16.000 tienen vínculos laborales con algunas de las compañías farmacéuticas que operan en España. Los 4.000 restantes pertenecen a empresas que fabrican o distribuyen productos y/o tecnología sanitaria de todo tipo en nuestro país.
El cese de su actividad por el temor de las autoridades a que surjan nuevos brotes dentro de los centros sanitarios tiene importantes consecuencias para el Sistema Nacional de Salud. Además de interrumpirse la formación terapéutica que recibían los médicos y otros sanitarios, se ha dejado de monitorizar un buen número de ensayos clínicos que estaban en marcha en España. Sólo en el campo de la oncología, algunas fuentes cifran el problema en alrededor de un 45% de los que se desarrollan, lo que ha impedido el seguimiento adecuado de los efectos provocados por los medicamentos que se están experimentando.
Aunque la visita médica ha empezado a abrirse de nuevo en territorios en los que el impacto del Covid-19 ya es menor, como Canarias o Islas Baleares, hay otros que mantienen absolutamente vetadas las actividades de información científico-técnica, lo que ensombrece aún más el futuro laboral de los profesionales que las impulsaban. Las comunidades más beligerantes en este sentido son Castilla-La Mancha, Castilla y León, Madrid, Cataluña y País Vasco. Sólo en la capital de España trabajan alrededor de 2.500 visitadores de la industria, más otra cantidad también significativa que lo hacen para los fabricantes de tecnología. A falta de un posicionamiento al respecto del Ministerio de Sanidad, Farmaindustria, la patronal de los laboratorios, ha elaborado un protocolo que permitiría mantener esta actividad con todas las medidas de seguridad y prevención posibles.
Dichas medidas han sido además consensuadas con las diez asociaciones empresariales de todo el sector y cuentan con el aval de seis sociedades científicas, así como de los colegios profesionales. Se da la circunstancia, además, de que el propio Ministerio avalaba la reanudación de estas actividades de información científico-técnica en la orden que permitía el pase a la llamada fase III de la desescalada. Una vez acabado el estado de alarma, esta autorización oficial conserva todo su vigor.
Entre las medidas destaca que los profesionales de la industria que participen en las actividades, además de disponer de los medios de protección adecuados, realizarán las pruebas diagnósticas en los casos que estén indicados y extremarán las medidas de prevención y seguridad. También realizarán programas de formación en prevención de riesgos frente a la Covid-19 y buenas prácticas higiénico-sanitarias antes de la vuelta a la actividad presencial.
Asimismo, según Farmaindustria, con el fin de disminuir el riesgo de transmisión del virus, no entregarían material divulgativo, promocional o científico en soporte papel, salvo que puedan asegurar que no actúa como vehículo de transmisión. También tendrían que tomarse la temperatura antes de acudir al trabajo y al regreso y no acudir si ésta es superior a 37,5º.
Fuente: La Razón