Martín Sellés, presidente de Farmaindustria.
La industria farmacéutica ha adviertido del riesgo de que Europa se convierta en un mercado receptor, no impulsor, de la innovación. Así se ha pronunciado a que la Comisión Europea (CE) tiene previsto publicar la segunda semana de marzo tanto su planteamiento de Estrategia Industrial como una hoja de ruta específica para la futura Estrategia Farmacéutica.
A la espera de conocer ambos documentos, la directora general de la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia), Nathalie Moll, ha lanzado una advertencia a las autoridades de la UE: “Si el contenido de la futura Estrategia Farmacéutica no va en línea con la Estrategia Industrial existe un riesgo real y tangible de que Europa se convierta en un mero mercado de la innovación biomédica que se investiga y desarrolla en otras regiones del mundo”.
En medio de la crisis por el coronavirus, señala Moll, la atención se está dirigiendo hacia la industria farmacéutica innovadora para que centre sus esfuerzos en desarrollar rápidamente métodos diagnósticos, vacunas y tratamientos que puedan dar respuesta a una amenaza para la salud pública mundial. Sin embargo, puede darse la paradoja de que esta conciencia sobre el hecho de que la industria farmacéutica es la responsable de la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos no se refleje en el reconocimiento adecuado por parte de las autoridades europeas.
En 1994, con motivo de la publicación de la Guía de una Política Industrial para el Sector Farmacéutico en la Comunidad Europea, la Comisión declaró que esta industria es un “activo transcendental para el crecimiento y el empleo en la UE” y que “hay indicios de que la competitividad del sector farmacéutico europeo está cediendo en comparación con sus principales competidores”. Veinticinco años después, “Europa ha fallado repetidamente en tomar las medidas necesarias para revertir esta tendencia”, sostiene Moll. “La CE quizá tiene la última oportunidad de relanzar al continente en la carrera mundial de la innovación biomédica”, añade.
Las cifras constatan que la UE ya no es el principal motor mundial de la I+D, ya que hoy el 47% de los nuevos tratamientos son de origen estadounidense, en comparación con sólo el 25% europeo, según el informe Pharmaprojects&Scrip, de marzo de 2019.
En paralelo, la participación de Europa en la inversión mundial en investigación está disminuyendo. En los últimos 20 años, la base de la I+D en la región se ha erosionado gradualmente con centros de investigación transferidos a otras zonas, principalmente a Estados Unidos, y más recientemente a China. Hasta los años 90, Europa había liderado la I+D de medicamentos, y en 1997, por primera vez, la industria estadounidense superó a la europea en términos de cantidad total de inversión en este ámbito. Entre 1990 y 2017, el gasto en I+D en el viejo continente creció 4,5 veces, mientras que en Estados Unidos se multiplicó por 9.
“Las razones tras esta tendencia a la baja en los últimos 25 años se pueden atribuir a diversos factores, pero lo que está claro es que, a menos que la Comisión actúe ahora, la pérdida de competitividad continuará, e incluso se acelerará”, lamenta la directora de la Efpia.
En este sentido, la Efpia se compromete a trabajar con las instituciones europeas para garantizar que haya un alineamiento entre los desafíos de la Estrategia Industrial y el desarrollo de la Estrategia Farmacéutica. De hecho, la patronal europea prevé hacer público el 9 de marzo un documento en el que incluye una serie de propuestas para impulsar el sector biofarmacéutico en la región.
Moll avanza algunas de ellas, como la necesidad de un marco regulatorio estable, pero rápido, efectivo y competitivo a nivel mundial, además de una estrategia de propiedad industrial que proteja la inversión en investigación biomédica y que garantice, al menos, la paridad con las regiones competidoras, como Estados Unidos y China.
Asimismo, la CE debe buscar nuevos incentivos para animar al sector a investigar en determinadas necesidades médicas no cubiertas, como la resistencia a los antimicrobianos; garantizar un acceso más rápido y equitativo a los nuevos tratamientos en toda Europa, y crear una infraestructura de investigación que soporte la próxima generación de medicamentos.
Estas declaraciones de Moll coinciden con las palabras que viene repitiendo el presidente de Farmaindustria, Martín Sellés, en diversos foros públicos, al respecto: “Si no se materializa un apoyo efectivo de las autoridades sanitarias a las compañías innovadoras existe un riesgo real de que éstas trasladen sus inversiones a otros mercados”, con la gran dependencia estratégica que de ello se deriva.
Fuente: Redacción Médica