Además, tal y como recoge Farmainustria, el conjunto de leyes, normativas e incentivos desarrollados por la UE para fomentar la innovación favorecen la inversión, y generan empleo y riqueza en el ámbito de la industria farmacéutica.
El ecosistema regulatorio de protección de la propiedad intelectual en Europa funciona. El conjunto de leyes, normativas e incentivos desarrollados por la Unión Europea para fomentar la innovación favorecen, en el ámbito de la industria farmacéutica, una inversión anual de alrededor de 35.000 millones de euros en actividades de I+D biomédica, la generación de 700.000 empleos en todo el continente (118.000 de ellos dedicados específicamente a la investigación) y, lo que es más importante, el desarrollo de nuevos medicamentos para ofrecer alternativas terapéuticas a todo tipo de enfermedades.
Con motivo de la celebración, este viernes 26 de abril, del Día Mundial de la Propiedad Intelectual, la patronal europea de la industria farmacéutica innovadora, Efpia en sus siglas en inglés, ha puesto en circulación un vídeo informativo en el que se pone de manifiesto la necesidad de proteger esas ideas innovadoras que, con mucho tiempo y esfuerzo, pueden conducir a grandes progresos en el ámbito de la innovación biomédica y de los nuevos medicamentos.
El conjunto de medidas de protección de la propiedad intelectual vigentes en Europa, tales como patentes, protección de datos y certificados complementarios de protección, ofrece garantías a las compañías que investigan y desarrollan nuevos medicamentos de que si uno de sus fármacos innovadores es finalmente aprobado y llega a los pacientes, contará con un plazo temporal adecuado para tratar de recuperar la inversión realizada y generar recursos que puedan ser reinvertidos en nuevos proyectos de I+D biomédica.
Alto coste y elevado riesgo
Esto es crítico en la investigación en medicamentos, por el alto coste en recursos y tiempo y el elevado riesgo que implica. Poner un fármaco a disposición de los pacientes necesita 10-12 años de trabajo y 2.500 millones de dólares, y apenas uno de cada 10.000 compuestos en investigación llegará al mercado un día. Junto a ello, sólo tres de cada diez medicamentos comercializados llegan a recuperar la inversión realizada, merced a los citados altos costes, la fuerte competencia terapéutica y la progresiva especificidad de los tratamientos, cada vez más orientados a perfiles concretos de pacientes, entre otras cuestiones.
Por otro lado, el marco legal establecido también asegura que, una vez vencido ese plazo de protección, la entrada al mercado de medicamentos genéricos y la consecuente bajada de precios para los proveedores de servicios sanitarios generarán ahorros suficientes para la llegada a la práctica clínica y asistencial de nuevas soluciones terapéuticas innovadoras. Es un círculo virtuoso que merece ser reforzado, tal y como se recuerda en este Día Mundial.
El esfuerzo innovador de la industria farmacéutica tiene un enorme impacto sobre la salud de la población. Las compañías del sector desarrollan más del 95% de los medicamentos disponibles en el mundo. Y estos tratamientos curan enfermedades o mejoran notablemente la calidad de vida de los pacientes. Basta pensar en el incremento de la supervivencia en cáncer, en el cambio de pronóstico de patologías como las reumatológicas o en cómo los nuevos medicamentos contra la hepatitis C permiten ya pensar en la erradicación de la patología. O incluso cómo en las últimas décadas, dolencias antes mortales, como el VIH/Sida, han dejado de serlo. En la primera década del siglo el ser humano ha ganado 1,74 años de esperanza de vida, y un 73% de ese incremento se debe a los medicamentos innovadores, según diversos estudios científicos.
Un modelo investigador de éxito
Estos datos corroboran el éxito del modelo de investigación biomédica liderado por las compañías farmacéuticas, que se levanta sobre una inversión de más de 130.000 millones de euros anuales en todo el mundo, que evoluciona hacia una mayor apertura y colaboración con terceros (hospitales, universidades y centros de investigación públicos y privados) y que está hoy en puertas, de la mano de la genómica y la proteómica, de nuevos tratamientos que cambiarán el futuro de muchas enfermedades.
Europa es un líder en innovación biomédica -donde la industria farmacéutica está a la cabeza de todos los sectores industriales en inversión en I+D- gracias al marco jurídico de protección de la propiedad intelectual que ofrece a inversores y empresas la seguridad necesaria para invertir en el continente y, en virtud de la evolución colaborativa del modelo de I+D, desarrollar un sólido y vanguardista tejido industrial e investigador.
Al valor en salud que aporta la industria farmacéutica, hay que sumar su papel decisivo en la capacidad exportadora de la Unión Europea (es, con 360.000 millones al año, el cuarto sector exportador) y el hecho de ser uno de los pilares más competitivos de la economía continental, como demostró su contribución notable a la recuperación económica tras la crisis. Es además uno de los sectores determinantes en la apuesta europea por la economía del conocimiento, y lo seguirá siendo en la medida en que el actual sistema de protección de la propiedad industrial funcione y siga siendo de utilidad para favorecer la investigación y desarrollo de nuevos tratamientos para los pacientes que los necesitan.
En este contexto son preocupantes, como ha señalado la propia Efpia, medidas como la revisión de la legislación europea sobre el Certificado Complementario de Protección (CCP) que permite introducir una excepción de fabricación a favor de los genéricos, dadas las consecuencias que este cambio normativo recientemente aprobado puede causar en el sistema de protección de la propiedad industrial. Modificaciones de este tipo en el marco regulatorio europeo son aún más alarmantes en comparación con la tendencia en otras áreas geográficas y en otros sectores económicos.
Fuente: IM Médico